MR. COVID STAY AWAY FROM ME
/…o lo que yo habría deseado.
La primera vez que escuche hablar del COVID 19, fue por mi cuñada, nos mandó un mensaje con los síntomas. Eso a mediados de Enero, luego mi marido me contó un poco más, y así hasta que poco a poco se empezó a hablar de él en todos los noticieros. Mientras sin saberlo disfrutábamos de los últimos días de lo que era “nuestra vida normal”, no sé si lo disfrutamos lo suficiente, espero yo que los que me están leyendo no les haya pasado lo que a mí y se pregunten ¿porqué no aproveche para salir más? ¿para abrazar más?, ¿para ir a mi país a ver a mi familia?.
Empecé a tener miedo, soy asmática y he tenido 2 gripes en la vida que casi me llevan al otro barrio. Empecé a cuidarme muchísimo, aunque mi marido seguía yendo a la oficina, mi hija al colegio y yo tuve un par de sesiones fotográficas< en las que ya me sentía demasiado reservada, los que se han hecho sesiones conmigo saben que soy muy cercana; pues las ultimas 3, yo ya no era yo misma. Tenía miedo, iba por la calle esquivando a la gente incluso pensé en usar mascarilla peor me dió verguenza el que dirán. Hubo una noche en la que ya no dormí de la ansiedad que me causaba.
NO LO PUDE EVITAR: ENFERMÉ
Enfermé mucho antes de que se creyera que podías enfermar sin haber estado en Milán.
Tuve fiebre un día, a finales de febrero, me dolía el cuerpo, no era solo dolor, era ardor, ardor en la cadera hasta la punta de los dedos los pies. Se me pasó, creí que me había inducido la fiebre con mi propio pensamiento, pues soy muy ansiosa, y todo lo que oía en las noticias me tenía en un estado ansiedad brutal. Una locura. Después me sentía mareada, durante un par de días, además de que tuve erupciones en la boca y las encías (sé que estoy siendo muy gráfica, pero, sólo quiero que sepan todo lo que pase por si alguien se siente identificado), creí que me llenaría, pero cedieron al cabo de unas horas. Luego una semana entera con tos, pero no eran ataques de tos, era como si se me hubiera quedado atascado un polvorón y no pudiera sacarlo. A todo esto: SÍ FUI al médico, pero me dijo que no era nada que ella pudiera identificar fácilmente, hasta me mando analíticas pues todo le resultaba de lo más extraño. Se me pasó muy pronto, pero el dolor continúo por lo menos una semana, estuve con paracetamol una semana entera, mi inhalador para el asma todas las mañanas. Mi marido tuvo fiebre también, entonces llamamos a la linea del covid a principios de marzo, pero no logramos que nadie nos contestara. Mi marido estaba convencido de que era un resfriado común y corriente. Una noche, nuestro bebé de 4 meses entonces no podía respirar bien, le lleve al pediatra. La respuesta del pediatra fue : es el resfriado familiar.
“Mamá: Lord Vader tiene el coronavirus, tiene que dormir y tomar mucha agua”
Al bebecito se le pasaron los síntomas rápidamente, tanto que visitamos a la familia de mi marido y pasamos con ellos el fin de semana. Antes de crucificarme, vuelvo aclarar, esto fue antes de que se cerraran los colegios , etc.
Finalmente un día, dejamos de percibir los sabores y los olores, no era oficial que la perdida de olfato y gusto fuese un síntoma. Nosotros no lo teníamos, y no teníamos ganas de comer nada, pues era como comer ladrillos, nuestro bebé no paraba de llorar. Entonces se decretó el estado de alarma: cuando nosotros llevábamos sin olfato una semana entera.
Era una sensación asquerosa. Yo sabía que no era normal, habíamos estado resfriados antes, y nunca habíamos perdido el olfato de esa manera. Nos dolía respirar, era una sensación fría al inhalar, daba miedo coger aire. Yo lo describía como haber metido la cabeza en el arenero del gato.
El gato, sí, el gato. El gato llevaba 1 semana llorando también, una semana con conjuntivitis. Mi marido lo llevo al veterinario. El veterinario estaba consternado, la conjuntivitis de mi gata no tenía ningún origen explicable. Le mandó antibióticos. Después nos enteramos de que los gatos también desarrollaban el coronavirus.
Una tarde, recibimos una llamada de mi cuñada: mis cuñados habían caído enfermos. Los dos al hospital, y mi suegra, no en el hospital, pero si en casa con un diagnóstico de infección respiratoria.
Fue cuando lo tuvimos claro. Habíamos tenido coronavirus y muy probablemente habíamos contagiado a nuestros seres queridos.
Fueron momentos muy angustiosos.
Entonces até cabos.
Mi hija de 4 años, fue la primera en enfermar. Y ahora voy a contar la historia de como enfermó.
Estuvimos por el centro de Madrid a mediados de febrero, y mi hija, fanática de Star Wars, estuvo mirando libros, y haciendo lo que hacen los niños: tocarse la cara, chuparse los dedos, restregarse en todo. En el transporte publico apoyó su cabeza en la ventana, jugó a los vahos, todo eso que hacen los niños pequeños.
Un par de días más tarde tuvo fiebre muy alta. Después de ese día estaba apática, no quería hacer nada, llegaba del cole y se dormía en el sofá. Tampoco comía, y quién conozca a mi chiquilla sabe que tiene buen saque, estuvo así por lo menos una semana, yo creía que era anemia, ahora creo que sé que era el monstruo verde que se apoderó de ella, antes de apoderarse de nosotros.
No nos han hecho ningún test a la fecha, aún así estamos muy convencidos de que hemos tenido el monstruo en casa. Y no lo queremos de vuelta, no confiamos mucho en la inmunidad. Es por eso que me he tomado muy en serio la higiene de mi estudio y limitado las citas que atiendo por semana.
Luego…
Antes de empezar a recuperar el olfato, tuve una especie de alucinación olfativa constante. Era como “el pitido de los oídos cuando vas a un concierto”, así lo describió mi amiga Jocelyn quién se contagio del COVID en Suecia, muy desagradable . He de reconocer que a 3 meses de haber perdido el olfato aún no lo he recuperado del todo y que también perdí un poco de visión de un ojo, que voy recuperando poquito a poco.
ME DESPIDO POR ESTA OCASIÓN DESEANDO QUE TODOS ESTÉN SANOS Y RODEADOS DE MUCHO AMOR.